Me llamo Romeo Martín Gómez
Esposto. Mi Papá es Tulio Gómez y mi Mamá es Paola Esposto.
Mi abuelo se llama Grazziano
(Nono) y mi Abuela Bianca (Nona). Ellos dicen que el día que nací fue el día
más feliz de la casa.
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Pedro es mi primo y
uno de mis mejores amigos, Lucas es mi vecino del frente y Jorge es también mi
amigo, vive en el otro edificio. Vamos todos juntos a clases de Natación.
También voy a clases de música. Un día seré un gran director de orquesta o
astronauta.
Tenía cuatro años cuando un
tipo trató de meter un tanque de guerra así grandoooote contra el palacio del
presidente que llamaban El Gocho. Y el tanque disparaba rayos laser. TUFFFF
TUFFFF wao todos estaban asustados menos yo porque ¡tenía mi Robotech que se
transforma en avión! Antes de la navidad ocurrió lo mismo pero con aviones y
el mismo señor de los tanques aparecía en la tele. ¡Y vi los aviones disparar
que finooo!
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¿Qué tal?, el tipo de la tele,
los tanques y los aviones ganó las elecciones. Mamá, Papá, mis Tíos u mis
Abuelitos están muy angustiados. Dicen que está loco y hablan de una cosa que
llaman el Comunismo. Ojalá no pase nada malo.
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No podía caminar de lo mal que
me sentía, me quedé en la camioneta, en la acera frente a la farmacia. Papá
salió de comprar las medicinas y de pronto se acercó una moto con dos tipos.
Uno de ellos se bajó de la moto y sacó una pistola, y amenazó a Papá. Papá le
dio la cartera, el anillo de bodas y su celular.
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Recuerdo cuando el
ladrón le dijo a Papá: “Tu si tienes para comprar medicinas ¿verdad?”. Y luego
de dos groserías se oyó un trueno. Yo todavía estoy tiritando de la fiebre.
Mamá me abriga con una manta y me protege con su paraguas de la lluvia.
Mientras Papá desciende a su destino final. Todos lloran y el padre de la
escuela recita el salmo 23.
Las últimas
palabras de mi Papá fueron “vuelve a la camioneta, no dejes a tu mamá sola”.
El padre decía “El
Señor es mi pastor, nada me falta…”. Pero desde esa tarde de 2000 me falta mi Papá,
y así empezaron a faltar personas en mi
vida.
Pensé que Pedro,
Lucas y Jorge seríamos los cuatro fantásticos para siempre. Pero Tía Gaby
decidió marcharse a los Estados Unidos y aprovechar que Pedro aún puede entrar
en la secundaria por allá. Ya me falta un mejor amigo. Desde que el Comandante
Panelo es presidente todos los días hay problemas y el tipo cada día es más
violento. Tía Gaby dice que los abuelos de su esposo huyeron de Alemania cuando
Hitler comenzó a maldecir a los judíos. Ella y su familia no van a esperar a
que comiencen a matar gente, van a hacer una nueva vida fuera del país.
El 7 de abril de 2002 mamá se
quedó sin trabajo. No quiero maldecir a nadie porque una vez lo hice y el
Nono Grazziano me dio por la boca y me dijo que esa era una palabra fea y no
debía pronunciarse nunca. Pero odio al tipo del pito. Su gente me quitó a mi Papá
y ahora dejan sin trabajo a Mamá. Desde ese día hasta hoy Mamá está en una
lista negra. Por más necesitados que estemos jamás tocaremos la puerta de esa
gente. Primero porque no podemos y segundo porque no queremos.
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El 11 de abril
entendí lo que era un golpe de estado. Esa noche fue muy larga, a mis amigos y
a mí nos tocó dormir en el piso por los tiros. El sábado siguiente todos
estaban tranquilos. Yo creía que la pesadilla había pasado y que Pedro y Tía
Gaby volverían. Creí que Mamá volvería a trabajar. Pero el domingo la pesadilla
volvió.
En 2006 entré a la
UCV. Voy a estudiar Ingeniería Mecánica como Papá. Aunque mi afición son los
sistemas como Mamá. Mi primo Pedro y Yo compartimos la misma afición por los
aviones y los autos así que la Mecánica es lo que más acerca ambos mundos, al
menos en este país.
Quitaron RCTV. Recuerdo que
crecí viendo Robotech y Radio Rochela. El abuelo se levantaba a hacer el café
a las cinco de la mañana y ponía el Observador. Al menos le quedó
Mundovisión. No nos quitan las cosas de un solo golpe. Lo hacen de a poco.
Mamá y yo nos
ganábamos la vida reparando computadoras, vendiendo ropa y haciendo tortas con
la abuela. Pudimos montar un pequeño local de ventas de películas quemadas. Y
las tortas de la Nona y Mamá se venden muy bien.
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Lo que comenzó como
un divertido grupo de estudios terminó como un gran amor. Romina es mi primera
novia. Duramos muy poco. Al terminar el sexto semestre se fue con sus padres a
España. A los tres meses ella decidió romper conmigo desde el chat de
Messenger. Cuando la acepté de amiga en Facebook pude conocer a Rodrigo, el
tipo por el que me dejó.
Al año siguiente
partió el Nono. Mi abuelo Grazziano. Ya estaba muy viejito y enfermo. Prefería
recordar hasta 1980 y evocar aquellos años en los que era un gran maestro de
obra.
El 8 de julio de 2011
me gradué de Ingeniero Mecánico. Esa semana fue una montaña rusa de emociones.
Por un lado la alegría que me embarga a mí y a mi familia por este logro. Por
otro la tristeza de no poder tener en mis fotos a mi Padre, al Nono, Pedro,
Romina y todos los demás amigos que se han ido.
La mitad de los que
se gradúan hoy conmigo también se irán del país. Tal parece que este país no
tiene espacio para gente como nosotros. Buscar trabajo no es tarea fácil,
porque todos quieren que tengas experiencia y que a la vez no estés anotado en
la lista Tostón. En PPTSA ni a ninguna de sus filiales me puedo acercar ni por
accidente. Mamá fue botada de allí. Cual criminal aparecemos en todas las
listas, excepto mi papá, que después de muerto, vota fielmente por Panelo,
hasta el sol de hoy.
Mi Tía Gaby y Pedro
me hicieron llegar un regalo muy especial. Mi primer iPhone, el 4. No tarde
mucho en llenarlo con mi música favorita. En adelante los audífonos blancos
serán mi adorno característico.
Me han llamado de
la Oficina Técnica Rioja y Oporto (OTRO). Son una compañía de Ingeniería con
más de 45 años en el mercado, pero que nunca tuvo proyectos importantes sino
hasta después del Paro Petrolero, cuando Panelo decidió hacer quebrar a todas
las demás por unirse a la revuelta. El CEO Albino de la Rioja y Oporto fue
compañero de clases de Papá en la Uni y personalmente me entrevistó. Albino
quedó encantado con la torta de bodas que Mamá le preparara a su hija mayor.
Comencé a diseñar
instalaciones petroleras. Los libros de mi Papá fueron mis guías, además de los consejos
de mi líder de Proyecto, un viejo ingeniero de Maravén, ex jefe de Papá.
El último año mis
días son iguales hasta las 5pm, luego el caos del metro, luego cenar con Mamá y
la Nona, y por último dormir. Pensando, soñando en el día en que todas estas
cosas que están pasando cambien. Soñando con Papá y el Nono vivos, con Pedro y
Romina de vuelta, con que ya no mueran las personas de un tiro por un celular,
que en el metro las personas no anden apretujadas, que el Presidente de La
República no se burle de todos y nos maldiga porque decidimos no ser
delincuentes, porque decidimos tener valores zzzzzzzz.
Un compañero
decidió invitarnos un café para celebrar el triunfo de Los Leones del Caracas
en el campeonato de beisbol profesional. Claro él es Magallanero y como perdieron
el juego final, le tocó pagar la apuesta.
Cruzando la avenida
hay un Banco de la Revolución. Descubrí que allí estaba porque justo cuando mis
pies tocaron a acera pude verla entrar con su uniforme rojo que resaltaba su
piel morena, sus ojos marrones, su sonrisa grande y brillante se robaron mi
atención, todo mi cuerpo se estremeció, ya mi corazón no late silencioso como
antes. Diariamente veo mujeres hermosas en la oficina, en la calle, en el
metro, pero esto es diferente. Su mirada me ha enloquecido.
Mientras tomaba el café y mis amigos hacían chistes sobre el juego, mi imaginación volaba. Me imaginaba besarla, abrazarla, haciendo el amor con ella. Todos hablaban del juego y yo la imaginaba vestida con el uniforme de los Leones, bailando y jugueteando con el bate.
De regreso a la
oficina hice un nuevo descubrimiento. Desde la puerta de la entrada al banco
puedo ver la caja desde donde ella atiende. Y sus ojos me miraban a medida que
me alejaba. Pasó una semana de miradas cruzadas. Hasta que decidí cambiar un billete
de 100 bolívares y así poder verla aún más de cerca.
Pero el milagro
ocurrió en el metro. La estación Chacao es la más congestionada a las 5pm. A
las 5:30pm, llega el tren vacío. Por esas cosas de la vida me tocó estar frente
a la raya amarilla justo cuando venía llegando el tren. Sentí la presión de los
desesperados por entrar en mi trasero. No pude evitar decir “¡si me siguen
empujando me agarraré de alguien y caeremos juntos en la vía!”. Y entonces una
voz me dijo: ”¿A síiii? ¿Me vas a echar a que me mate el tren?”. Es ella. Por
20 segundos quedé helado viéndola cuando de pronto me vuelve a hablar para decirme “¡la puerta!”.
Fue muy cómico
quedarnos veinte personas atascadas en la puerta sin poder abordar el tren y de
pronto un pequeño empujón aplastó nuestras mejillas contra la puerta del lado
opuesto. No paré de reír, cuando en otro momento pude haber estallado en
cólera. Ella tampoco paraba de reír. Cuando paramos en Chacaíto pude saber su
nombre Julieida.
-Mi Nombre es Romeo
-¿Como el de
Aventura?- responde ella con su enorme sonrisa.
-Sí- busco de
inmediato en mi iphone “Sólo por un Beso” de aventura y coloqué mi audífono
derecho cerca de su oído. Ella de inmediato tomó mi mano y puso el audífono en
su oído izquierdo.
Primera vez que
agradezco las constantes paradas del tren en la vía. Primera vez que agradezco
estar montado en un tren con fallas técnicas. La luz se iba y venía dentro de
vagón. En uno de esos parpadeos las doscientas personas que estaban en ese
vagón desaparecieron. Estábamos sólo ella y yo, apretujados nuestros cuerpos por una fuerza invisible.
Fueron treinta minutos que duraron un año. Hasta que nos echaron del tren en
Plaza Venezuela. A punto de ser pisoteados por la estampida moríamos a
carcajadas.
-Yo llego hasta Catia
así que ¡Chau!- y sus grandes labios se cierran como un botón de rosa, y
descubro que los dedos de sus manos son largos.
-Soy el único Romeo
que tiene el logo de los Leones del caracas en Facebook.
-¿Ah sí? ¡Soy
magallanera JUM!- se cierran las puertas del tren.
Ser diferentes en
el beisbol no es algo que me importe, pues total, soy de los Leones porque soy
de Caracas, no sé siquiera como se juega el beisbol.
Esa misma noche
recibí una solicitud de mistad de Julieida de los Angeles Pérez (Yulilú). No
pude dormir de la felicidad. Pude ver todas sus fotos, los poemas que compartía
de otras páginas. ¡Qué maravilla, tiene fotos de playa con unas amigas! Revisar
su Facebook era como desenterrar un tesoro. No hay muchas fotos de su familia,
sólo veo unas mujeres que creo son su mamá y su hermana. Allí tomé una
determinación. Debemos salir, pero mañana viernes tengo una entrega y no sé a
qué hora salga, no quiero plantarla en nuestra primera cita.
-Romeo, Enrique
pide que marchemos el sábado en su apoyo, ¡tenemos que ir!- Se asoma la Nona a
la puerta de mi cuarto.
Bueno, cambio de
planes –dialogaba en mi interior- ¡Ya se! ¿Y si la invito a almorzar mañana en
la feria, o a un helado? Le voy a dejar la invitación por mensaje.
Ese viernes fue
excelente, todo atentaba para que se diera el momento de compartir juntos. Ella
salió temprano del banco y la entrega salió rapidito, tanto que me pude escapar
a las 4:30pm. Nos tomamos un capuchino con brownies en la 5D de la avenida.
Cuando salí del
tren en Plaza Venezuela me despedí con un beso en su mejilla. Con mis labios
pude sentir que sus mejillas eran suaves y calientes. Todo es tan mágico que ya
no me importa que el metro falle, que el país se cae a pedazos y que nos
gobierna un moribundo.
El sábado en la
mañana todos estaban listos para ír al mitin de Ernesto en Caracas. Cuando los
seguidores de Panelo marchan el metro es gratis y funciona con precisión
inglesa. Pero cuando marchamos nosotros el metro tiene fallas técnicas o están
construyendo no sé qué cosa. No importa. La multitud es tal que nos acompañamos
unos a otros caminando en medio de la autopista.
Mientras tanto en casa de
Julieida todos se preparan para la contramarcha. Moraima, madre de Julieida,
Yubizaida su hermana y sus dos sobrinos, Victoria y Smilley se preparan para ir
a cumplir con la revolución. Para la madre de Julieida, participar en las
actividades que organiza el régimen del Comandante Panelo es un deber con la
patria y con su querido Comandante. Para Yubizaida es la oportunidad de
conseguir una casita donde vivir con sus dos niños. Pero para Julieida es un
tedioso y vergonzoso castigo.
Julieida se confiesa seguidora de
Panelo pero ella lo ve como el que se hace seguidor de un equipo de beisbol.
Poco le importan a ella la dialéctica, los sucesos, la historia y la
iconografía socialista, y menos aún las cosas de los fascistas. Para ella un
bando y otro son como una moda más. De hecho ella nunca presta atención a los
largos y aburridos discursos del Comandante Panelo en aquellos mítines donde su
madre la obliga a ir con su hermana y sus nietas. En su mente las palabras de
Panelo se oyen como las de la maestra de Charlie Brown:
“WEWAWA WEWAAAAWAAAA
MEEESSJMAAAA? UWAWE WOWAWA.”
Un día Julieida decide escuchar
con atención uno de esos discursos. Panelo hablaba de una tal fábrica de
pañales Guayucos. Julieida con sorpresa y sonriente le dice a su madre –Yo
nunca he visto esos pañales en ningún lado…–
A lo que su madre responde – ¡Cállate
muchacha estúpida! ¿Que acaso te estás volviendo escuálida, poniendo en
entredicho la palabra de nuestro líder?-
Para evitar confrontaciones futuras,
Julieida decidió seguir escuchando como Charlie Brown.
Ahora aquí en una esquina
caliente una veintena de radicales rojos amparados por una pequeña carpa roja,
maldicen e insultan a los centenares de miles de Caraqueños que han venido con
sus propios pies, desde los rincones de la capital a ver a Ernesto.
Vestida de Rojo de pies a cabeza
y portando una amenazante y gruesa vara con un diminuto poster de Panelo en la
punta, Moraima grita a viva voz:
“!ESCUALIDOS DE MIERDA, VAYAN A
ARRASTRARSE ANTE SU MAJUNCHE, GUSANOS DE PORQUERÍA. SI NO LES GUSTA MI
COMANDANTE VÁYANSE DE MI PATRIA, SOCIALISMO Y MUERTEEEEE NOJOOOODAAA…MISMAAAA. VAYAN PA
DISMEY GUOR A VER AL MIKI MAUS, LACAYOS DE MARDONAL Y MISTER DANYER, VAYAN PA
NUEVA YOL Y QUÉDENSE PORAYAAAAA!”
Mientras
Yubisaida y sus hijos baten los afiches gritando ¡Panelo Panelo Panelo!
Julieida quiere que se la trague la tierra. La morena en medio de su vergüenza
recuerda que su jefe, el gerente del Banco de la Revolución, el mismo que tiene
un altar con una gran foto de Panelo, al que le prende velas a diario y reza
por su salud eterna, viaja a Disney y a Universal Estudios, con sus hijos todos
los años y cada vez que tiene una amante nueva la lleva a conocer Nueva York.
Incluso en uno de esos ataques perrunos el gerente la ha invitado a ella a
conocer las Vegas y a casarse en una capilla con un imitador de Elvis que se parece a Panelo.
Romeo, Lucas y Jorge están en la
Marcha para ver a Ernesto. Como buenos hijos acompañan a sus “viejos”, no vaya
a presentarse alguna “vaina” que tengan que salir corriendo con ellos en el
lomo. En eso Jesús, el padre de Jorge señala a Moraima y le dice a los que
están a su alrededor: “Miren es Barbarita Palacio vestida de Diablo de Yare”.
Todos voltean a ver a la señora
morena, cuarentona, regordeta y de baja estatura, con el cabello mal pintado de
de extraños colores y con una sexy verruga negra en el lado izquierdo del labio
superior, gritar de manera histérica a los marchantes, toda clase de
improperios, conjuros y maldiciones.
De pronto se escucha un grito entre la
multitud:
“¡CALLATE VIEJA LOCA!”
A lo que Moraima responde:
“¡Pues sí, Yo estaré bien loca
por mi Comandante pero mi! ¡Estas nalgas están bien duritas y estas tetas no se
me han caído, así que no soy ninguna vieja, cuerda de faltas de respeto!”
El corazón de Romeo se partía en
mil pedazos mientras sus amigos y familiares morían de carcajadas. Julieida
sintió la presión de la mirada decepcionada de Romeo. Ambos se vieron en las
aceras opuestas. Julieida seguía con su mirada a Romeo, mientras dejaba caer
muy lentamente su pancarta de “Panelo Corazón viviente”. El corazón de Julieida
también caía al suelo.
El discurso de Ernesto fue breve
y concreto. Todo el evento duró un poco más de medio día así que Romeo y
familia se dispusieron a regresar a sus casas.
Romeo estaba muy triste al ver al
amor de su vida en aquel tarantín rodeada de locos. Aplicando una serie de
complejos razonamientos disculpó a su amor platónico infiriendo que seguro la
obligaron a estar allí. Cosa que no está muy lejos de la realidad.
Mientras el grupo de Romeo iba
camino al metro, una caravana de motorizados con la bandera del “COLECTIVO”,
que rondaba las calles paralelas a la Avenida Bolívar los intercepta. Uno de
los motorizados encapuchados saca un arma y le ordena a Romeo entregar su
celular. Todo ocurrió muy rápido. Romeo bajo el recuerdo de su padre pensó que
aunque entregara el celular, su tiempo en este mundo ya se había terminado.
Romeo entrega el celular rápida y pacíficamente, luego se prepara para resistir
el dolor y reencontrarse con su padre, muy a pesar de tener que dejar a su
Madre y a la Nona solas en el mundo. El motorizado sigue su rumbo mientras otro
que está a su lado azota a Romeo en la cabeza con el asta de su bandera de
“Panelo, Amor Puro y Sincero”.
Todos están muertos del susto. La
Madre de Romeo lo abraza mientras la Nona toma del suelo un peñón y lo arroja
con fuerza asestando a uno de los forajidos a casi 200 metros. La moto del
impactado se desequilibra y cae. Pero el gamberro, al ver que la viejita se
prepara para lanzar otro proyectil, más grande, prefiere incorporarse, acelerar
y perderse.
Los amigos de Romeo resienten y
protestan el atropello. Lucas no deja de murmurar “van a ver esto, se va
acabar”.
A pocos metros una angustiada
Julieida ve todo, pero vestida con la franela de los “OJOS DEL GRAN HERMANO,
QUE TODO LO VE” sólo provocará más ira y dolor. Julieida sabe quién fue el
encapuchado que robó el teléfono de su amado, las calcomanías de su moto lo
delatan, y va a ir por él.
Chicho es el 6 de oros en el
naipe de los azotes de Caracas. Junto con su amigo inseparable Musulungo roban
y matan a gusto y disgusto, incluso delante de la Policía Nacional, que es
incapaz de ponerle una mano encima, porque Chicho no es un ratero cualquiera,
es miembro del “COLECTIVO”.
Después de un largo día de arduo
“trabajo” Chicho y el resto de los “patriotas defensores del proceso contra el
fascismo”, se reúnen en la licorería Apolo 13, de la Avenida Sucre. Botella de
Ron Aniversario en mano y sentado sobre una enorme corneta Clarion de 5KW, con
Reggeton al máximo volumen, Chicho cuenta y reparte el botín entre sus
subordinados.
Julieida llega por detrás de la
corneta y la desconecta de cuajo interrumpiendo la improvisada fiesta.
- ¿Bueno chama que te pasa? –
grita Chicho.
-Vine a saludarte, y a pedirte
que me des el celular que le robaste al chamo en la avenida.-
-¿Nooo cual chamo?- cual de
tantos pensaría Chicho
-El de la marcha coñ#$- Responde
Julieida molesta.
-¿Ah el escualidito? ¿El de la
abuelita fascista tirapiedras?-
-Ese mismo, ¡dame el teléfono
ya!- replica Julieida.
Chicho se ríe a carcajadas y
convida a los invitados a reírse de Julieida. Pero Julieida sin seguir
discutiendo llama por teléfono.
-¿Hola Yeyé mi amor cómo estás?,
es Julieida, mira Chicho le robó el teléfono a un amigo mío y no me lo quiere devolver-
Al tiempo que Julieida habla por
el teléfono, Musulungo descarga de su bolso y clasifica los 50 teléfonos
robados ese día. La cara de los convidados a la fiesta no es de alegría sino de
susto e indiferencia, algunos encienden sus motos y se retiran discretamente.
Julieida le pasa el teléfono a Chicho.
-¡Chicho goñoño ñoño añaña yaya!
- Si siiii yo sé Yefelson pero
mira eso no pasó así…- Responde lloroso Chicho.
-¡YAYA goña oño yaya! ¿Uuuu?
- Sí mira ya lo está buscando-
continúa Chicho.
El ícono de los advengers en el
iphone 4 es inconfundible, Julieida recupera el teléfono de Romeo. Le señala a Chicho que ya lo tiene.
-¿Viste? Ya ella lo tiene.
-¡proxiñasca yoyo! Bure
Uchuguocho po UuuLO.
-Nooo vaale Yefelson, no vayas a
meté a Bobure, oño no es pa tanto vale, no va volvé a pasal discurpa.- finaliza
la llamada el desmoralizado Chicho.
Una vez que Julieida se pierde en
la montaña de casas color naranja Chicho arremete contra Musulungo:
-¿Y a ti quien te dio pelmiso de
revisar ese bolso?-
-Ya va Chicho, mi abuela que en
paz descalce decía cuando taba viva “Onde manda Capitar lo que no manda es
marinero”- Responde sabiamente Musulungo mientras los pocos invitados de al
templete asienten.
A Julieida no le fue muy difícil
encontrar el teléfono de Mamá Paola. Julieida prefirió llamar desde su teléfono
para evitar que la madre de Romeo pensara que eran los delincuentes para
extorsionarlos.
La señora Paola, madre de Romeo,
le pasa la llamada.
-Hola Romeo es Julieida-
-¿Hola como estas linda?-
Responde Romeo emocionado.
-Muy apenada contigo, con todo lo
que te pasó- responde una Julieida entrecortada.
-Tranquila, no soy de los que se
molesta porque la gente piense distinto que yo- responde Romeo
-No me preguntes cómo, pero
recuperé tu teléfono, quisiera que vinieras a buscarlo-
Romeo acepta emocionado, papel y
lápiz en mano comienza a anotar la dirección. Muy rápido olvidó Romeo el
espantoso espectáculo de la “diabla de Yare” y el robo de su iphone.
Esa noche Julieida no pudo
dormir. Revisando el teléfono de Romeo y oyendo sus gigabytes de canciones iba
conociéndolo y enamorándose aún más. Revisando entre los artistas consigue la
carpeta de Eros Ramazzotti y llama su atención un título, “Un Angel no lo es…”
Entre sonrisas, fantasías
eróticas y dulces gestos Julieida sueña flotando en el espacio, abrazada a
Romeo. La canción parece no tener fín, los poemas de Eros la han terminado de
cautivar. Cuando termina la canción la voz anuncia la estación Gato Negro, el
sueño de Romeo termina.
Flores en mano Romeo sale a la
avenida y se apresta a tomar el jeep que lo llevará a casa de Julieida. En un
momento de lucidez Romeo ve hacia el cerro y dice “no puedo creer que vaya a
meterme aquí”. Julieida no es buena redactando, por eso no es extraño que Romeo
terminara con su ramo de rosas en otro barrio, lejos de su destino. Romeo lleva
diez minutos caminando sin rumbo, siguiendo las señales confusas de aquellos a
los que preguntaba por el camino, ante la mirada acechante de hombres parados
en la calle.
Musulungo se encuentra a Romeo en
el camino y lo reconoce, es el que le dio el banderazo, y le dice:
-¿Mira chamo que haces tú por
aquí? ¡Tú no eres de aquí!-
-No es que iba a casa de una
amiga pero me perdí- Responde ingenuamente Romeo.
-¡Aaaaaaaah! vale esto es en la
Laguna. Yo te puedo llevar pero con una colaboración que no enriquece ni
empobrece- dice Musulungo
Romeo saca su cartera y Musulungo
grita –¡Dame ese billetico verde!-. Romeo se monta por primera vez en la vida
en moto. Como el viejo dicho Romeo se aferra firmemente al piloto.
Al llegar a su destino, Musulungo
le dice –Oñiioooo ven pa verte bien, pa sabe de quién es el muchacho, jajajaja,
mira esa es la casa de Julieida, pero mosca, aquí en frente vive Bobure y no le
gustan los desconocidos en el barrio, si te ve te va matá-
Romeo queda intrigado. ¿Cómo sabe
el motorizado que Romeo va a casa de Julieida? Romeo toca la puerta y se
esconde de la posible mirada de Bobure detrás de un camión. Julieida sale y
pregunta quien toca.
-Soy yo Romeo- y Julieida
pregunta –¡Romeo, Romeo! ¿Dónde estás que no te veo?-
- Aquí detrás del camión- y a
hurtadillas entra en casa de Julieida.
-Jajajajaja ¿Por qué entras así?-
-Es que hay un tipo Bobure allá
al frente que no le gustan los turistas- Responde un atemorizado Romeo.
-Bobure es mi padrino, y es
tranquilo y buenagente, jajajajaja… ustedes los sifrinos como les da miedo
venir a los barrios. ¿Hey y como sabes tú de Bobure?-
-Me lo dijo el mototaxista. Mira
te traje unas flores- dice Romeo.
Julieida había recibido en su
vida muchos peluches y globos de colores, de una infinidad de pretendientes,
pero nunca había recibido rosas rojas y blancas. Una vez más la sonrisa y los
ojos grandes de Julieida deleitan a Romeo.
Luego de mirar de pies a cabeza a
Romeo, Julieida está tranquila porque no le pasó nada a su amado. De inmediato
le devuelve su teléfono. Romeo quiere agradecerle a Julieida el haber
recuperado el regalo de su tía Gaby con un abrazo, y justo cuando Romeo iba a
aderezar ese abrazo con un beso, sus labios terminaron en la boca de Julieida.
El beso tiene la pasión y la
duración necesarias para ser nominado a los MTV movie awards. Mientras la
lengua de Romeo juguetea con la de Julieida, sus manos acarician su cabello,
sus mejillas, la espalda, los glúteos y se devuelven hasta llegar a los pechos de
Julieida. En ese preciso instante, cuando los dedos de Romeo comienzan a sentir
la densidad de sus pechos naturales y el paso fugaz de los pulgares por los
pezones estremecen a Julieida, se escuha un grito:
-¡MUY BONITOOOO Julieida de los
Angeles Pérez!- Es Moraima, sartén en mano, comandando el pelotón de
fusilamiento, Yubisaida y sus dos hijos.
Romeo y Julieida se separan en un
brinco y con cara de ladrones descubiertos.
-Mira Julieida, yo no tengo
naaada en contra que tengas tu noviecito, y menos que lo traigas pa la casa. Pero te alvierto una cosa Julieida. ¡No me vas
a traer una barriga pa cá pa la casa como tu hermana Yubisaida¡- Sentencia
Moraima.
Yubisaida hace una mueca de
consternación y mira a su madre.
-¡Pues si, me haces el favor! Y
esas cosas no las hagas aquí en la casa, que hay niños. Respeta la cara de tu
madre por lo menos. ¡Vayan pa un Hoter!- continúa Moraima.
Romeo avergonzado al extremo y
sus manos en posición de súplica, le dice a la madre de Julieida, -Señora no
fue mi intención-
-¡Ah nooo! y ¿ese bojote que
traes allí? ¡Ummm!, ¿tú crees que yo soy pendeja?- Replica Moraima haciéndo un ademán de golpear con le sartén.
-!Mira Mamá, ya parame eso ahí¡
Primero yo soy una mujer grande y me sé cuidar. Conozco las pastillas
anticonceptivas y si él no trae condón, yo se lo compro. Y segundo tú y yo
hemos visto cosas peores en esta casa, si no pregúntale a Yubisaida y su
noviecito nuevo el militar, que tiene ya dos años con un cuentico chimbo de una
casita y yo lo que creo es que le va a poner otro muchacho, y se va a ir pal
carrizo como los otros dos.- Responde Julieida en cólera, mientras que el peso
de la vergüenza en la cara de Romeo es tal que pronto se le caerá la cabeza
del cuerpo.
Moraima calla y observa con
detenimiento… -Julieida, este como que era uno de los sifrinitos de la marcha
de ayer. ¿Me has traído un escuálido a mi casa? ¡Qué bochorno¡ ¿Qué van a decir
mis amigas del Concejo Comunar?-
-Señora una vez más perdóneme por
ofender su casa, propasándome con su hija. Si soy uno de los que marche ayer.
Pero no me avergüenzo ni soy algo fuera de este mundo, ustedes y nosotros queremos lo mismo
para este país, sólo que desde dos visiones diferentes. Ninguno es mejor que el
otro. Los errores del pasado nos dañaron a todos. Pero aún hoy esas cosas que
les dieron la oportunidad de estar en el poder siguen ocurriendo. Disculpe señora pero creo que es
momento de retirarme.-
Moraima queda sorprendida de
escuchar a un joven de su edad, replicarle sin groserías, ofensas, sin mandarla
a mamar nada.
-¡Tú no te vas!, eres mi
invitado- Julieida lo lleva a la cocina, le va a invitar a tomar café, agua y a
comer dulces. Pero Romeo se sabe no deseado en esa casa.
En un momento de relajación,
Romeo reflexiona sobre cuánto han cambiado las cosas con los padres y las
relaciones de sus hijos en estos días. Cuando el finado Tulio puso sus manos en
los pechos de Paola, aquella tarde de Mayo de 1981, se escuchó un grito: “¡Grazziano
vieni e porta la pistola!”.
Ni Usain Bolt ha podido romper la marca de ir desde
Santa Mónica hasta la Campiña en 10 minutos. Tulio tiene el record mundial y la
medalla de plata la tiene Grazziano, que a sus 50 años llegó a la meta con 20
segundos de diferencia y echando tiros por todo el camino.
Se oye la llegada de una moto. Julieida emocionada corre a
la puerta para recibir a su hermano favorito. Yeferson Daniel, llega a casa
temprano, ese domingo no hay nada especial que hacer en su trabajo. Julieida
emocionada lleva a su hermano a la cocina y le dice: “Yeyé te presento a mi
novio Romeo”.
Un niño de 17 años corre lloroso calle arriba por el Barrio
la Laguna de Catia. Su fiel amigo Bobure lo acompaña hasta llegar a la sombría
casa de Jairo alias “El Perro”.
-¡Señor Jairo, señor Jairo, ayúdeme por favor!, mi hermanita
se va a morir allá en el periférico por favor. La fiebre no se le baja y bota
mucha sangre, el seguro ya no da medicinas, por favor ayúdeme!- en posición de
súplica Yeferson cae de rodillas ante “El Perro”, el principal “señor de la
droga”, el Jíbaro mayor, del norte de Catia.
-Agarra ahí esta paca, hay dos millones de bolos, ve y
compra lo que tu hermana necesita y sálvala. Aquí tienes esta pistola -una
vieja, pero muy efectiva, Colt 1911, calibre 45- tienes una semana pa pagarme,
y el resto de tu vida pa trabajar pa mí. Bobure te va a enseñar todo-
Yeferson y Bobure logran proveer las medicinas que necesita
Julieida para sobrevivir. El resto del dinero, que no es mucho, quedará para
que Moraima y Yubisaida puedan comer. Con una señal Bobure le indica a Yeferson
que es momento de salir a trabajar.
Yeferson ha superado con dificultad el trago amargo de matar
a un tendero para quitarle la venta el día. Es su primer muerto, pero un palo
de ron y dos pases le dan fuerza y un poco de cara durismo, para seguír adelante. De atraco en atraco,
Yeferson logra pagar la deuda, no sin antes acabar con la vida de los
infortunados que se topan con él por el
camino. Un tiro de 45 es suficiente para acabar con la vida de cualquiera.
Incluso algunos han caído muertos a sus pies de sólo de ver el arma. Otros de
sólo ver a Bobure acercarse en su moto. En cada jalada del gatillo Yeferson
descarga su frustración, su envidia, su hambre y su miseria contra los
Sifrinos. Ellos únicos sobre esta tierra que tienen y no padecen como él.
La décima víctima de Yeferson acababa de salir de una
farmacia. Cuando caminaba con sonrisa de satisfacción hacia la moto vio al hijo
de ese Sifrino bajarse de una blazer verde. Con fuerza sobrehumana el jóven
trata de levantar a su padre tomándolo de los brazos, y luego este voltea a
verlo.
Yeferson ve en la cocina al cadáver tomado de los brazos por
su hijo, ya mayor.
Romeo en cambio vio al mismo adolescente que lo dejó sin su
padre.
Las caras de ambos cambiaron de las sonrisas a la sorpresa y
luego al disgusto contenido. Julieida está demasiado emocionada para notarlo. Los dos hombres de su vida están frente a frente.
Romeo saludó amablemente a su peor enemigo, sin el miedo que
tuvo aquella tarde cuando su padre fue asesinado, ni cuando fue abordado por
Chicho. El apretón de manos fue breve. Yeferson ofreció una mano de pescado,
mientras Romeo apretó fuerte. No hubo tertulia, sólo un silencio de cinco
minutos interrumpido por un deseo de Romeo.
-Yulilú, debo irme a casa, ya se hace tarde y desde murió Papá,
Mamá se angustia mucho, acompáñame al metro, no me quiero perder de nuevo-
Tulio aún yace tendido en la puerta de la cocina. Las
visiones de Yeferson no son por esquizofrenia, son por la culpa. Cada noche ve
a sus muertos. En cada sueño, cada vez que pasa por aquellos lugares donde les
quitó la vida, incluso en las madrugadas, cuando se levanta orinar, está uno
que mató en la cárcel, parado en la ducha, y cuando va a tomar agua, Jairo le
abre la puerta de la Nevera. La primera vez que se bebió el sólo una botella de
Chivas 18 años, confesó con cara triste: “Veo gente muerta”. Un chiste que a
los ojos de sus acompañantes sirvió para afianzar su popularidad, pero que a
él, no le causó gracia alguna.
Julieida despide a Romeo cerca de
los torniquetes con un apasionado beso. Romeo es demasiado racional como para
permitir que el encuentro con ese monstruo destruya su naciente relación,
Julieida no tiene la culpa.
Al llegar a casa una enamorada
Julieida abraza de manera juguetona a su gigante Yeyé. Yeferson sonríe
tímidamente, luego rompe el silencio con una cara más seria y voz pausada pero determinante.
-Julieida, veo que te gusta ese
chamo y no me voy a poner en el plan de prohibirte que sean novios, porque eso
ya no se usa. Con tu hermana Yubisaida tiré la toalla de andar de chaperón.
Pero que sea la última vez que lo traes a esta casa. Trayendo aquí a ese escualidito mal pones a Mamá y a todos, incluyéndome. Eso nos va a traer enemistades
que no voy a poder aplacar como lo hice con Chicho. Además, ese carajito no es de
andarse en lugares como este, cualquiera que ande entonao, que no me conozca o que me quiera desafiar,
te lo puede matar. No quiero discutir, he dicho mi última palabra sobre el
tema. Me voy a dormir, hasta mañana.-
Julieida rompe a llorar...
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